- juanmaarija
PASCUA DEL ENFERMO. HOY JESÚS TAMBIÉN RESUCITA.

Si hablamos de Pascua puede que nos vayamos enseguida con el pensamiento y con el corazón al final de la semana santa, donde las imágenes que han cruzado las calles nos han mostrado en su camino un sufrimiento de Jesús que se mezcla con el sufrimiento de su pueblo (sumido muchas veces en una continua semana de pasión). La Pascua nos habla de resurrección, de luz, de cambio, de una realidad que nadie esperaba pero que ahí está: presente con toda su fuerza.
Y es que la Pascua visita todos los rincones de la vida, de nuestras cosas, de nuestros pensamientos, de nuestras movidas de cada día. Intenta poner paz, consuelo, esperanza, calor, amor del bueno. Es Pascua, es visita, es Jesús que no ha quedado indiferente ante nuestras vidas. Él está vivo. Irrumpe y no deja indiferente a nadie.
Pues en medio de este camino de Pascua hoy, en especial, lo vemos llamando a la puerta del corazón y de la realidad que vive y que siente cada enfermo. El resucitado llama para poder entrar y, con delicadeza y casi de puntillas, entregar la luz, el calor, el consuelo, la esperanza… su mismo soplo de vida que le devuelva la paz.

Hoy Jesús no se hace indiferente tampoco ante el rostro y la historia de cada enfermo y de cada familia que convive con la enfermedad. Hoy, la luz del resucitado, tiene también cabida en el dolor y en la soledad con la que muchos viven y transcurren su historia de
enfermedad al margen de todo lo que pasa a su alrededor. Jesús, el resucitado, llama. Y llamando al corazón del enfermo se muestra también al tuyo y al mío porque su luz será más intensa si pasa a través de tus manos y de las mías; de tu corazón y del mío. Será más fuerte si tú y yo hacemos que esa historia, a veces entretejida en tanta soledad, la hacemos nuestra.
Y así, de una manera sencilla Jesús, el resucitado, también nos resucita a ti y a mí.
Hoy, Pascua del Enfermo, es también mi Pascua y tu Pascua especial.

Juanma Arija - Capellán Hospital Vázquez Díaz