- juanmaarija
ES NAVIDAD Y HAY MUCHAS SILLAS VACÍAS

Hace un año en estos días, desde el Centro de Escucha organizamos una Jornada llamada: “Es Navidad y hay una silla vacía”. Fue un acto en el que nos pudimos reconocer como Comunidad en duelo. Pudimos reconectar con nosotros mismos y con los que nos acompañaban e incluso logramos ver entre todos qué estrategias se podrían utilizar cuando llegan estos días y se nota la profunda ausencia de alguien muy querido que murió.
Ahora, no podemos realizar ese encuentro, y es una lástima. Porque, aunque fue duro, fue bello. A veces ocurre. En un mismo instante la dureza del sufrimiento y la belleza del amor compartido y de la solidaridad se unen y a vez lo difícil se hace bonito. Es la fuerza de los contrastes.

Además, este año van a haber muchas sillas vacías, más de las esperadas. Y aunque todas son dolorosas, ese dolor ha podido verse acentuado por la falta de la despedida, por las distancias y el no poder estar, porque a veces se genera la culpa (ya sea racional o no) o el enfado por todo lo que ha pasado y la situación que se está viviendo.
Con todo, este año no queremos dejar de repetir a modo de resumen las recomendaciones que Alba Payás nos dio en ese encuentro. Por si ha alguno/a les puede sugerir o ayudar a afrontar estos días con más paz.
· “Haz una reunión familiar, de los que vais a estar juntos este día. Con las restricciones actuales, ya sabemos que no es posible juntarse toda la familia. Pero al menos los que vayan a estar, es importante que os sentéis para hablar de las fiestas. Es fundamental que participen los mayores, los niños y adolescentes también, y los amigos significativos si los hay. La reunión debe hacerse con tres normas muy sencillas:
Nadie interrumpe cuando uno habla: hay permiso para expresar sentimientos y todos deben tener su tiempo, niños incluidos.
Hablad de vuestras emociones, vuestras necesidades e inquietudes, vuestros temores.
Hablad de lo que cada uno necesita estos días, las distintas opciones y los deseos
· Repasad los rituales habituales de vuestra familia: el árbol de Navidad, el pesebre, las comidas, los regalos, los Reyes, la fiesta de fin de año. Dejad que cada uno exprese su sentir respecto a cada uno de ellos. Habrá algún miembro de la familia que manifestará su deseo de no hacer nada; otros, como los niños y adolescentes, por ejemplo, expresaran su necesidad de celebrar a pesar de lo sucedido. Escucharos mutuamente y pactad lo que podéis o no hacer y compartir. Buscad una manera simbólica de recordar a la persona fallecida a lo largo de las fiestas. Cread una manera, o un espacio o un tiempo específico para rememorar. Podéis pactar lo que haréis en algún momento de la cena, o justo antes de empezar. Con un poema, unas palabras…Eso hará que lo tengáis presente de alguna forma y que os deis permiso para hablar sobre ello, incluyendo en esto también a los niños, si los hay”.

Con estas recomendaciones, aunque el dolor no cambia, sí puede ser distinta la manera en que se sucedan los acontecimientos. Porque se podrá expresar y al menos no habrá miedo al meter la pata a la hora de hablar o a no hablar de la persona fallecida si os apetece.
Por otra parte, también van a haber muchas mesas vacías, o casi vacías. La situación económica está haciendo estragos y el no poder juntarse con otros, hace que ni siquiera pueda diluirse la dificultad en la familia abierta y en el compartir. Y esto también es una gran pérdida que viven muchas personas en este momento. Puede que se generen sentimientos de desgana, de tristeza, de desilusión…Ojalá seamos sensibles a esta realidad social, no sólo en la noche de Nochebuena, sino en la nueva etapa que comienza ahora nuestra humanidad.
Ojalá que la fuerza de la Navidad despierte en nosotros el deseo profundo de aliviar tanto sufrimiento y nos genere el coraje de estar presente y de comprometernos con todas estas situaciones. Desde el Centro de Escucha os deseamos de corazón, una Navidad que sea fuente de esperanza, de encuentro y de amor. Una Navidad que nos toque el corazón y nos ayude a vivir alineados con nuestras ideas, motivaciones y creencias.
Ángela Ortega
