El servicio pastoral en los hospitales tiene un principio fundamental que es el respeto absoluto hacia la persona, sea de la ideología que sea. Es también un encuentro libre y sencillo que no busca "ganarse almas" sino abrir puertas y establecer puentes de cercanía y de respeto. Es un diálogo sereno que acompaña y que al mismo tiempo nos ayuda a comprender más aún la vida y las circunstancias de cada persona especialmente en ese momento de enfermedad y de soledad en algunos casos.
Ciertamente hay una caza casi de brujas a todo lo que suena catolicismo como que fuera una peste. Pero en medio de esa ignorancia de base y de esa aversión de fondo, el paso de la pastoral de la salud en los hospitales, más que ser un peso para los pacientes, para los familiares y para los sanitarios, es un apoyo diferente que tiene su lugar en el camino de todos porque entre todos, aportando lo que nos corresponde, hacemos que el paciente se sienta bien y en paz. ¿Hay algo que moleste en esto?
Me siento orgulloso de ser capellán en un hospital y también agradecido por todo lo que cada enfermo me ayuda y me enseña. Me siento bien porque el personal sanitario apoya nuestra intervención y nos la solicita como apoyo colegiado. Esta visión global y respetuosa ayuda a que todo funcione mejor porque la persona se encuentra mejor. Atiendo a personas creyentes, agnósticas, de otras confesiones y siempre hubo entendimiento, cercanía y agradecimiento por ambas partes. ¿Cuál es el problema entonces? Si hay un rechazo a todo lo que "huele a cristiano", entonces el problema no está ya en el servicio al paciente, sino en quien se ha puesto como estandarte una cruzada incansable e insufrible hacia quien sirve.
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Juanma Arija - Capellán Hospital Vázquez Díaz (Huelva)